Anécdotas de competencia; en equipos de competencia no hay que dar nada por hecho…
- audiocar
- 22 sept 2020
- 4 Min. de lectura
En la víspera de aquella importante competencia, como usualmente lo hacía, Nabudoconodosor asistió a mi taller para que le ayudara a ajustar y poner a punto su equipo. Una de las cosas en las que más me esmeré fue en la parte de “cero ruidos”, es decir, la parte donde el juez selecciona la pista en blanco del CD oficial, luego le hace “manita de puerco” al control de volumen y no es posible detectar si el estéreo se encuentra encendido o apagado, ¡no se escucha absolutamente nada de hiss!
Esto es posible realizando un cuidadoso ajuste de estructura de ganancias con un osciloscopio o Cajita Feliz y sólo si el equipo instalado incluye exclusivamente aparatos de buena calidad, como los utilizados en el auto de mi cuate Nabu. Máxime que ahora venía estrenando estéreo, el más reciente modelo, el cual hacia gala de un gran despliegue de “foquitos”. En fin, después de una buena charla, algunos cigarritos y un rato con el ombligo al cielo, el equipo quedó listo. Nabu se fue a su casa, pues al día siguiente había que madrugar para presentarse con el coche bien lavado.

Después de la competencia...
Desafortunadamente no pude estar presente en el evento, pero para cuando los alcancé por la noche, todos los cuates estaban reunidos en el negocio del “Miringo”, y desde mucho antes de llegar se perciban ya las blasfemias en contra de aquellos desafortunados que esa tarde habían fungido como jueces. Si existe algo en común entre los instaladores y demás fanáticos del medio, es esa firme creencia de que si ellos no ganaron, alguien tuvo que haber hecho trampa. De hecho, muchas veces algo así como una conspiración. ¿Acaso puede existir alguna otra explicación? Por supuesto que no, y mucho menos después de una tarde de sol, cervezas y pocos trofeos.

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Así que, una vez más, ahí me tienen apaciguando los ánimos y haciendo reflexionar al buen Nabu. ¿Qué pudo ser lo que esta vez se le escapó? ¿Le habría movido algo al equipo después de que se fue anoche? Al parecer no. Tan terco estaba en esta ocasión con su teoría de la conspiración, que hasta accedí a revisar su hoja de calificación y fue justo en esos momentos que se me erizaron todos los cabellos… en el renglón de la sección de ruidos, claramente podía leerse marcado al carbón, de puño y letra del juez que al calce firma, “menos tres puntos por evidente “hiss” a alto volumen”. ¡Simplemente no lo podía creer! ¡¿Acaso el juez tenía oídos de Superman?!
Entonces, haciendo un profundo esfuerzo por conservar la cordura, encontrar una explicación y no unirme a la ovación de desprestigio hacia los jueces, sin decir nada, tomé las llaves del auto de Nabudoconodosor para verificarlo personalmente y, ¿qué creen? ¡¡Efectivamente, no tenía nada de ruido!! Esto me estaba afectando ya fuerte, en el orgullo personal. Después de que se es juez por tantos años, sabe uno bien que no es fácil que se cometan errores y mucho menos de forma intencional. Debía haber una explicación, pero esa noche ya estaba yo cansado. Me despedí y prometí revisar exhaustivamente el auto del Nabu al día siguiente.

¿Dónde estuvo el error?
A la mañana siguiente nos dispusimos a revisar parte por parte su auto, mientras cotejábamos su hoja de calificaciones. En eso, casi sin quererlo, mencionó algo que me pareció poco usual. Me dijo que en el momento en que el juez le había entregado el CD para la prueba, a él se le había ocurrido ahora ponerlo en la caja de discos, en lugar de usar la ranura de la unidad principal como usualmente hacía. ¿Pero qué diferencia podía hacer eso? ¿Qué no acaso, las cajas de discos trabajan exactamente bajo los mismos parámetros que la unidad principal a la que se encuentran integradas? Cabe recalcar que se trata de un estéreo de marca prestigiada, que controla su caja a través de ese especialísimo cable propio de cada fabricante. Pues por supuesto que sí, debe ser exactamente lo mismo. Sin embargo, para no dejar, lo checamos reproduciendo el CD oficial desde la caja de discos.

Lo que sucedió después me dejó algunos segundos sin habla y con la boca lo suficientemente abierta como para que se hubiera podido meter un sapo: la pista en blanco del CD producía, tal como lo había mercado el juez, evidentes e intolerables cantidades de hiss; si acaso, el auto merecía aún menor nota que la que nos habían otorgado. Sin dar más explicaciones y mientras encendía otro cigarrillo, saqué aquel CD y lo inserté ahora en la ranura del estéreo y… ¡¡¡ahí no había nada de hiss!!! Nunca me había pasado o, más bien, nunca lo había detectado. De cualquier forma no tenía sentido pero estaba sucediendo: el desempeño del CD era distinto, desde la unidad principal o a través de su propia caja de discos.

No sé si este cambio se dio ahora que “mejoramos” el equipo reemplazando la unidad principal por la “último modelo”, o depende del cambiador de discos que se utiliza. Lo que pude concluir fueron dos cosas: que los jueces sí son unos profesionales, aún cuando a veces no nos podamos explicar qué fue lo que sucedió, y que no vuelvo a dar nada por un hecho. He de probar el funcionamiento de cada parte del equipo, sobre todo de la forma en que va a ser utilizada en competencia, y no he de hacer ningún cambio de última hora, aún cuando el sentido común me indique que “es lo mismo”. ¿Les pasa esto a todos los estéreos y sus cajas? Voy a investigarlo.
Artículo obra del Por: ING. JUAN CASTILLO ORTIZ publicado en la Revista AudioCar #168
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