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Cómo funciona un fusible y en qué casos es mejor sustituirlos en nuestros sistema de Car Audio.

  • 7 oct 2021
  • 4 Min. de lectura

Seguro que no es novedad para ninguno de ustedes el que muchos amplificadores cuentan con fusibles integrados en su chasis. ¿Para qué sirve un fusible? En una palabra, para protección. Típicamente para protección contra cortos circuitos. Uno de los principios más básicos de toda instalación eléctrica es que cada aparato conectado a una fuente de energía debe estar protegido por un fusible o equivalente. La protección es tanto para el aparato en sí como para el resto de la instalación.



¿Cómo funciona un fusible?

Ustedes deben saber que el límite de manejo de corriente eléctrica de cualquier conductor es un límite térmico. Cuando los electrones viajan a través de un conductor, existe un roce interno, los electrones rozan con las moléculas del material y por lo tanto se produce calentamiento. De hecho, esa es la razón por la cual, si tocamos un cable de alta tensión, morimos quemados. Al fluir una grandiosa cantidad de corriente por nuestro cuerpo, simplemente nos calcinamos, como si fuéramos fusibles. Si nuestra resistencia fuera cero, nada nos pasaría.



Así entonces, el límite de manejo de corriente de un conductor es térmico. Mientras menor sea su resistencia, más corriente dejará pasar y mientras más área o sección conductora, menos resistencia, ya que es equivalente a poner varios conductores en paralelo, desconcentrando la energía por unidad de área. Así pues, un fusible consiste de un delicado filamento de alambre, cuya área o sección está cuidadosamente calculada para dejar pasar hasta cierta cantidad de corriente antes de fundirse. Por ello los de 2 Amperes cuentan con un alambre mucho más delgado que los de, digamos, 30 Amperes. De superarse esa cantidad de corriente por un cierto tiempo determinado, el alambre del fusible se calentará, al punto en que terminará fundiéndose, interrumpiendo el circuito. Pueden dejar pasar corrientes un tanto mayores de la especificada por tiempos breves, mientras que en presencia de un corto circuito se abren de manera prácticamente instantánea, ya que durante un corto la corriente tiende a infinito.


¡Así es en la práctica!

Entonces, ¿qué nos orillaría a atrevernos a puentear un fusible, liberándonos de tan importantes funciones? Se me ocurren dos situaciones específicas: primero, supongamos una instalación automotriz en donde se cuenta con un bloque distribuidor de corrientes con fusibles integrados. La primera función de este bloque será distribuir la energía proveniente de la batería; se alimenta con un solo conductor de gran calibre, y a su salida habrá dos o más cables, probablemente de menor calibre, cada uno para cada amplificador o dispositivo que forma parte de nuestro sistema. Si el mencionado bloque cuenta ya con sus propios fusibles, éstos son ahora los encargados de proteger a los diferentes aparatos, por lo que no es necesario ni conveniente duplicarlos.



Siendo así, el valor correcto de cada uno de estos fusibles será el mismo que especifica el aparato en cuestión, ya que de hecho va a reemplazarlo. Como ya dijimos, no hay ninguna necesidad de duplicar la protección del fusible. De hecho, una de las razones de la existencia de tal distribuidor, es poderlo ubicar de tal forma que dichos fusibles puedan ser fácil y rápidamente sustituidos de ser necesario, ya que en muchos casos los integrados en los amplificadores quedan inaccesibles, por los caprichos propios de la instalación. Siendo así, imagínense el ridículo, si el fusible que se abre es el del amplificador, es decir, el que no se puede cambiar, y nuestro lustroso distribuidor de fusibles, ¡bien gracias, que bonito se ve! Por tanto, esta es una de las situaciones en las que es conveniente puentear, es decir, anular el fusible integrado en el amplificador, sólo si está siendo reemplazado por uno externo. Repetimos: no es necesario ni conveniente proteger dos veces.



La segunda situación es en presencia de capacitores. Ustedes amigos lectores deben de recordar que la característica que define a un buen capacitor es la magnitud de su Resistencia Equivalente en Serie o ESR. Mientras más baja, más ágilmente va a ser capaz de asistir al amplificador con el que opera, en su tarea de soltar toda su energía en milisegundos y volverse a recuperar unos instantes después, en espera del siguiente golpe de tambor. Por ello, la forma adecuada de instalarlos es mediante el cable más grueso y corto que sea posible, so pena de que simplemente no puedan hacer su trabajo. Siendo así, la resistencia que ofrece un fusible integrado al cuerpo del amplificador, en serie con el capacitor, se presenta casi como sacrilegio para la adecuada operación del segundo. Por ello en presencia de capacitores, resulta obligatorio puentearlos y por ende reemplazarlos por fusibles externos, antes de llegar al capacitor. La excepción a esta regla es para fusibles mayores a los 50 Amperes, situación en la cual el fusible cuenta con suficiente sección para no interponerse al capacitor. Pero ¿para qué jugárnosla, máxime que ya habíamos comentado que no es necesario ni práctico duplicar fusibles, en presencia de distribuidores externos?


¿Cómo hacerlo?

Quedando esto claro, ¿cuál será la forma adecuada para puentearlos? Lo más sencillo es extraer el fusible o fusibles integrados al amplificador, pelar una extensión larga de cable de cualquier calibre, enredar 5 ó 6 de sus alambres, y con ellos darle unas dos vueltas al fusible en cuestión, incrementando así el calibre real por el que fluirá la corriente. Una vez que hayan quedado tales alambres fuerte y nítidamente enrollados al fusible, reintroducir el fusible en el receptáculo, de tal forma que no quede rastro alguno de los alambres, tanto para evitar posibles cortos circuitos como problemas con los jueces de instalación durante competencias de Calidad de Sonido. ¿Para qué entonces el fabricante los incluye en sus diseños, si nosotros terminamos anulándolos? Para asegurar la protección de sus equipos, ya que, en un gran número de casos, tales amplificadores terminarán en instalaciones de muy bajo nivel, sin capacitores, distribuidores de corriente o siguiendo procedimientos mínimos de seguridad.

Artículo Obra del Ingeniero Juan Castillo, publicado en la Revista AudioCar #184



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